Datos del Pueblo |
La Yunta |
Pueblo |
La Yunta |
Municipio |
La Yunta / Comarca: Señorio de Molina |
Provincia |
Guadalajara |
Comunidad |
Castilla La Mancha |
Habt. / Ine 2004 |
137 |
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Ayuntamiento |
Dirección |
C/ Amargura, s/n |
Código postal |
19361 |
Teléfono |
949 834261 |
Fax |
949 834261 |
Oficina Turismo |
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La Yunta |
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E-mail municipio |
webmaster@dguadalajara.es |
Historia 1886 |
Es una villa de la provincia de Guadalajara,
correspondiente a la encomienda de S. Juan de Jerusalén, y Vicaria
de Poyos, hasta el 22 de Mayo de 1874, que se agregó al
arciprestazgo de Molina, por haber sido incorporada recientemente a
la jurisdicción del Prelado diocesano, por autoridad pontificia.
Está situada en llano, con buena ventilación y clima frío,
componiéndole unos 120 vecinos. El curato, posee casa rectoral, y la
Iglesia parroquial de primer ascenso, estaba antes servida por un
Prior, de nombramiento de la asamblea de la Orden; fuera de la
población hay una fuente, que aunque de aguas gruesas, provee las
necesidades del vecindario. El término confina con los de Embid de
Molina, Campillo de Dueñas y Los Cubillejos, todos de este Obispado,
y con el de Odón, de la provincia de Teruel, archidiócesis de
Zaragoza. Dentro de él, se encuentran las ermitas de Ntra. Sra. de
la Cabeza, La Soledad, San Roque y San Amancio, y el terreno, aunque
áspero, es de muy buena calidad para cereales, según ya se dejó
dicho hablando de Campillo. Dista la Yunta de su provincia,
veintiséis leguas; cuatro de Molina, su partido judicial; siete de
Sigüenza, su Audiencia de inscripción, y treinta y seis de Madrid,
su Capitanía general. Campillo es su centro de Conferencias, donde
asiste con Cubillejo de la Sierra. Por los límites de la Yunta con
los de Aragón, pasa una rambla, que después de bañar a Cillas,
Tortuera y Embid de Molina, se une al río Piedra, para correr
después juntos en busca del río Mesa, descrito en el pueblo de Selas,
y desaguar los tres y el arroyo Ortiz, en el Jalón, debajo de
Castejón de las Armas, a media hora de Ateca, según ya se dejó
indicado hablando de Esteras. El río Piedra; nace encima de la
famosa granja de Llumes, que es bonita posesión con oratorio de unas
150 hanegadas, con frondosas arboledas, frutas y tierras de labor.
Corre de S. a N. dejando a la derecha a Cimballa, y Nuévalos, donde
recibe las aguas del mencionado Ortiz, y al N. de la granja de Soméd,
confluye con el río Mesa. Lo más notable del río Piedra, es, que
petrifica cualquier madero, formando figuras de bella escultura, con
bonitos relieves, a cuya propiedad, debe, sin duda el nombre que
lleva, dándoselo también al celebérrimo monasterio por donde pasa,
precipitándose por un peñasco de sesenta y dos varas de altura,
formando al caer hermosas cascadas, especialmente la llamada Cola de
caballo, que presenta fantásticos colores del arco iris, con los
rayos del sol, y las gotas de agua. El monasterio de Piedra, fue de
PP. Bernardos, fundado en 1195, y concluido en 1218. Era un
grandiosísimo edificio, y el coto redondo ó término, que le
correspondía, se extendía una legua. En lo antiguo, fue de mucha
consideración, y a los pocos años de haberse fundado, los barones y
los demás Señores de los con tornos, legaban sus bienes al nuevo
monasterio, concediéndole también el Rey, absoluta jurisdicción
sobre varios lugares, y facultad para poblarlos de cristianos ó de
sarracenos. De esta manera Piedra, se erigió bien pronto en opulento
señorío, cuyo Prelado brillada en los escaños eclesiásticos de las
asambleas legislativas, cuyas arcas aliviaban generosamente las
necesidades de los Reyes, sirviendo su mansión de asilo al pobre, y
al peregrino, así como de solaz y hospitalidad magnífica al
caballero. Hoy es solamente célebre, considerando los recuerdos de
lo que fue, por haber principiado allí la reforma de esta orden en
España, el monge Fr. Martín de Vargas, y por haber tomado en él, el
hábito de religioso D. Hernando de Aragón, nieto del Rey D. Fernando
el Católico, que fue después Arzobispo de Zaragoza. Virrey y Capitán
general de Aragón. Cuando la exclaustración, le cupo al monasterio
la desolada suerte que a los demás edificios de su clase; y en ese
periodo fatal de destrucción, y con la segura ganancia de aquel río
revuelto, compró el sitio un caballero catalán llamado Muntádas, por
un precio insignificante. Este señor, como no tenía el más mínimo
deseo de conservar vestigio alguno de religión, cuyos sagrados
cánticos tantas veces habían resonado bajo aquellas imponentes
bóvedas y solitarios claustros, dejó a los pueblos circunvecinos en
plena libertad para que se apropiasen tantas bellezas artísticas y
multiplicadas preciosidades, que encerraban aquellos lugares
venerados, especialmente la Iglesia, y Villalengua posee los
tornavoces de sus tribunas; Abanto, un bonito retablo de Altar,
etc., etc., concluido lo cual, el desgraciado comprador, hizo que el
suntuoso Templo, se destinase para local de animales inmundos, lo
que se verificó al pie de la letra. Hoy solo se conservan las
paredes forales del Templo como testigo deponente de lo que fue y
para indicar a generaciones futuras la ingratitud y perversidad de
los tiempos, que quiera Dios hayan pasado para no volver más. D.
Federico Muntádas, actual dueño del monasterio, tiene hoy en él para
la educación de sus hijos, un Padre de la Compañía de Jesús y dos
mongitas franeesas para la dirección cristiana de sus hijas. Por
manera que en este monasterio, se ha verificado con una precisión
matemática, lo que dice la Escritura Santa: En tiempo de los PP.
Bernardos, era el tempus aedificandi; cuando los Muntádas era
conservadores, tempus ruendi, tempus destruendi; y al día siguiente
de la exclaústración, vino el tempus conservandi, aunque de este
tiempo, nada nos dice la Sagrada Escritura.
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Debe su nombre este pueblo a su carácter
fronterizo, pues de siempre marcó la línea de Castilla y Aragón,
sobre las poco acentuadas alturas y parameras de su término. En
plena llanura y altiplano seco y frío, fue incluido en el Común de
Villa y Tierra de Molina desde la fundación del mismo, quedando
dentro de los límites que a este territorio le marcó el Fuero dado
en 1154 por don Manrique de Lara. Ignoramos en qué fecha, pero desde
muy temprano fue entregada en señorío a la Orden Militar de San
Juan, quedando algunas preeminencias jurisdiccionales a favor de los
señores molineses: doña Blanca de Molina, en su testamento redactado
a fines del siglo XIII, entregaba estos sus derechos en La Yunta a
un caballero de su corte, Sancho López. En siglos posteriores, la
jurisdicción continuó a medias entre los comendadores de San Juan y
los corregidores puestos por el Rey en Molina. |